Afrodita y la gata, una fábula de Esopo. En aquellos días de la Edad de Oro en la que los dioses caminaban sobre la tierra y se mezclaban con los hombres ocurrió una vez que:
Había una gata, en la villa de una familia griega de alto rango, que entendía el lenguaje de los hombres y de los dioses. Y que conocía muy bien todos los rincones de la casa y a sus habitantes.
En un momento, ocurrió que la gata se enamoró del hijo menor de la familia, un joven agraciado y que apenas sí había superado la edad viril.
Desesperada por su situación y la imposibilidad efectiva de ser correspondida por el joven, la gata decidió pedir ayuda a la diosa del amor Afrodita (1) para que ésta la hiciese mujer. La gata, rogó y rogó a la diosa durante meses, pues de todos es sabido que los dioses no responden a los que no persisten, y al fin, la diosa, compadecida de su intenso deseo, la transformó en una bella doncella.
Los hechos ocurrieron deprisa y la sensual gata, bajo la apariencia de una seductora mujer, no tardó en despertar en el joven griego un intenso deseo. La historia discurrió como puede suponerse y terminó en la alcoba del joven.
Tras el amor, los jóvenes se quedaron dormidos y Afrodita que había seguido, intrigada, toda la historia quiso saber si con el cambio de ser de la gata, había ésta mudado también de carácter, por lo que decidió despertar a la joven y soltar al mismo tiempo un ratón en el centro de la alcoba.
Lo que ocurrió a continuación fue que la gata, olvidándose de su condición presente, saltó con agilidad del lecho y dio caza al ratón.
Entonces la diosa, indignada, la volvió a su estado original. (2)
Esopo (3) (4) concluye su fábula con esta reflexión:
El cambio de estado de una persona, no le hace cambiar de sus instintos.
Me despido a la romana: ¡Siga con salud y cambie su conducta de acuerdo con lo que hasta hoy haya aprendido!
Miguel Villarroya Martín, a tres de diciembre de 2015 / Madrid. España / ventasgrandes.com / Fab.004
Notas:
(1) Afrodita es también la diosa del amor físico. Véase por ejemplo: http://www.galeon.com/mitoinfo/aficiones511846.html
(2) Los dioses no son humanos ni se comportan como tales, por eso Esopo no busca explicaciones a su conducta.
(3) De esta fábula de Esopo, Afrodita y la gata, existen múltiples versiones. Vamos a traer aquí dos de ellas, la de Jean de La Fontaine y la de Félix de Samaniego, los cuáles introducen nuevos aspectos a la historia original. (Adviértanse por ejemplo, la vuelta de tureca» de los dos autores anteriores sobre el venerable Esopo: En éste, es la gata la que se enamora del joven amo…, y no al revés, como ocurre en aquéllos.
La gata convertida en mujer
Tanto quería a una gata muy bella cierto joven, que pidió a Venus la convirtiese en mujer y, accediendo la diosa, ésta la transformó en una hermosa y elegante doncella.
Casóse con ella el mancebo y queriendo Venus probar si habiendo cambiado su forma se habían cambiado también, como era de suponer, sus costumbres, hizo que apareciese un ratón delante de la novia, que tan pronto como lo vio en medio de la sala, se olvidó de su nueva figura y se lanzó detrás de él para cogerlo. Indignada, la diosa volvió a la recién transformada gata a su forma primitiva.
De lo que Jean de La Fontaine (1621-1695) concluye: Aunque se mude de condición y de estado, siempre se conservan las costumbres primitivas.
La gata mujer
Zapaquilda la bella
era gata doncella,
muy recatada, no menos hermosa.
Queríala su dueño por esposa,
si Venus consintiese,
y en mujer a la gata convirtiese.
De agradable manera
vino en ello la diosa placentera,
y ved a Zapaquilda en un instante
hecha moza gallarda, rozagante.
Celébrase la boda;
estaba ya la sala nupcial toda
de un lucido concurso coronada;
la novia relamida, almidonada,
junto al novio, galán enamorado;
todo brillantemente preparado,
cuando quiso la diosa
que cerca de la esposa
pasase un ratoncillo de repente.
al punto que lo ve, violentamente,
a pesar del concurso y de su amante,
salta, corre tras él y échale el guante.
Y ésta es la moraleja del poeta:
Aunque del valle humilde a la alta cumbre
inconstante nos mude la fortuna,
la propensión del natural es una
en todo estado, y más con la costumbre.
Extraída del Libro V, fábula XVI, de Las Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Vascongado, de Félix de Samaniego. Véase aquí uno de los textos en los que se recoge. (Páginas 164 y 165.)
(4) ¿Nadie cambia, aunque cambie su estado? ¿Nadie modifica su conducta aunque el mundo se derrumbe a su alrededor? ¿No aprendemos de nuestros fracasos y continuamos actuando igual de mal, como si nada hubiésemos conocido?
Nuestros tres autores coinciden en que las personas no cambian sustancialmente cuando cambian radicalmente sus circunstancias… pero yo no sé, no estoy seguro. Eso puede ser verdad, en general, pero hay tantos casos de gente que sí ha aprendido de las desgracias ―y de las fortunas― en que han recaído, que estimo que esa moraleja no puede deducirse universalmente. Y sin embargo, esos autores son unos finos observadores de la conducta humana, así que yo no los desoiría.
Para terminar y actualizar esa circunstancia, cambiemos la Afrodita y la gata por nosotros los inmobiliarios que hemos sobrevivido a la Gran Crisis ―a la terrible crisis que hemos padecido recientemente―, y a aquella diosa, con el Mercado. Y preguntémonos: ¿seguimos actuando igual que antes de la Crisis? ¿Hemos modificado nuestra visión, visión, valores y conductas operativas, tras ese sofocón que ha ahogado a la mayor parte de los agentes inmobiliarios españoles, en estos años (¿80 %?)? ¿Hemos aprendido realmente de nuestros errores anteriores?
Si la respuesta no es un sí rotundo, Esopo tendría entonces razón. Y eso, solo sería un detalle sin importancia real, si no fuese porque se sabe, sin ninguna duda razonable, adónde conduce una conducta no adaptativa en la Naturaleza …―y en el Mercado―, a la extinción.
Así pues revise, reimagine, y recambie ―en su agencia, en su negocio― todo lo que no responda a las circunstancias del mercado inmobiliario de hoy, no al de ayer; solo así sobrevivirá a los tiempos actuales.
(5) El grabado antiguo lo he tomado del blog: Los Gatos de Eurídice, quién no referencia su origen. Sin embargo, por su aspecto, pareciera que hace siglos que esa imagen ha debido pasar a Dominio Público.
En una edición pasada de esta fábula presenté, como imagen de la misma, una deliciosa e ingenua ilustración de esta fábula, debida a Walter Crane (1845-1915). Extraordinario ilustrador inglés. Véase aquí: http://mythfolklore.net/aesopica/crane/49.htm
Lo dicho antes: ¡Siga con salud y cambie su conducta de acuerdo con lo que hasta hoy haya aprendido!
Lucia says
Muy buen posteo, me ha gustado mucho!!