Agesilao II (398-358 a. C. ) fue un gran guerrero y estratega militar. Cuando el lector lea las referencias que sobre el mismo le hemos puesto a pie de página (1) u otras que podrá encontrar en distintas fuentes, no le quedará duda ninguna duda de ello. Pero lo que queremos traer aquí no es el aspecto militar y lo que significó para la historia de la Grecia clásica ―y por tanto también para nosotros, herederos de su cultura― sino dos anécdotas que nos han llegado de él y que presentan a un hombre extraordinario, también en cuanto a su ingenio.
Esta es la primera:
Una vez, a Agesilao II le preguntaron si, tras una de sus hazañas militares, no era conveniente que se erigiese en su honor un monumento conmemorativo de la victoria. La respuesta parecía evidente pues así se honraba y recordaba las acciones de los héroes antiguos, pero para sorpresa de todos contestó: «Si ello puede ser calificado como noble, eso en sí mismo es ya para mí suficiente conmemoración y si eso no pudiese ser calificado como tal, todas las estatuas del mundo no preservarán mi memoria.»
Nótese bien: la erección de un monumento, estatua o estela para conmemorar un hecho glorioso era común en la antigua Grecia ―y en muchas otras culturas y épocas―, por eso, lo que se le propone realizar en su honor, al rey de Esparta, a nadie le hubiese sorprendido, pues era lo esperable. Pero la modestia del rey le impide aceptar esa gloria y justifica su inesperada negativa con una disyuntiva notable. Si la causa es noble, ya es suficiente con haber contribuido a su logro, y si no lo es, ningún recuerdo en piedra, podrá falsificar su nobleza.
La respuesta de Agesilao II, puede parecernos algo ingenuo en estos tiempos, en los que sabemos cuántas veces la Verdad histórica ha fallecido desde entonces, pero sin duda la respuesta es memorable y da una idea de lo excepcional del reino de Esparta.
En otra ocasión, no menos inmortal, le preguntaron si prefería el valor a la justicia.
La pregunta, podía poner en un aprieto a Agesilao II pues, además de gran guerrero era un gran rey, y por esto último, con responsabilidades en la impartición de Justicia. ¿A cuál de sus dos menesteres, premiaría con su respuesta, a lo bélico o a lo justo?
No era un amigo quién le hizo la pregunta. Si el rey contestaba que lo militar, primero ―o su contrario, que priorizase la justicia a lo bélico― en ambos casos (2) quedaba expuesto a la crítica de sus enemigos.
La respuesta del rey no puede ser mejor, y es una muestra de su aguda inteligencia: «el valor sería inútil si todos los hombres fueran justos.»
Agesilao II, sin grandes estatuas ni templos que le hayan sobrevivido quedará sin embargo en la memoria de los hombres no sólo como militar genial sino como el hombre modesto e ingenioso que nos recordará siempre que la violencia existe porque la justicia no anida con frecuencia en el corazón de los hombres.
Esto es, hay violencia porque la realidad no es justa. Repase el lector los casos de violencia suicida actual y reflexione sobre si esos actos violentos ―sin duda, rechazables por personas civilizadas― no tendrán como causa la extrema injusticia en la que viven los violentos. Y cómo, para evitar que haya más violencia, en vez de resolver las causas de la injusticia provocada en origen por los hoy atacados, se recurre al uso de más bombas.
Miguel Villarroya Martín, a 25 de diciembre de 2015 / Madrid. España / ventasgrandes.com / RdP.004
Notas:
(1) Pueden encontrarse referencias sobre este rey de Esparta en muchos sitios. Véase por ejemplo en la Wikipedia: Agesilao II, o Agesilaos II… (444-358 a. C.), fue un rey de Esparta y comandante de su ejército durante la mayor parte de la hegemonía espartana (404-371), de la familia Euripóntidas, reinó desde el 398 a. C. hasta su muerte. Tomó el trono con la ayuda de Lisandro de Esparta, mientras luchaba contra Persia. Derrotó a los aliados Tebas, Atenas, Argos y Corinto en la Guerra de Corinto (395-387), a pesar de perder algo de terreno en el centro de Grecia y una batalla contra la flota persa en 394 a. C. Disolvió la Liga Beocia, pero las batallas contra la Confederación Beocia (371) y Tebas (370-361) terminaron con la hegemonía espartana. Fue uno de los más grandes jefes militares de su época, y reputado por su honestidad y su valentía.
Nosotros, en una próxima postal que titularemos: Los Muros de Esparta, hablaremos de él, muy pronto.
(2) Eso es lo que tienen las preguntas saduceas, que contestes lo que contestes, siempre pierdes… si sigues cualquiera de las ramas que se te ofrecen en la cuestión inicial. Sólo hay una forma de responder con inteligencia: la que muestra Agesilao II, “el salirse de las ramas.”
(3) La imagen utilizada está tomada de la página italiana summagallicana, quién no referencia el origen del antiguo grabado que también utiliza. Estimamos que es una imagen en Dominio Público. Agradecemos a esa página el uso de aquella.