El perro y su reflejo en el río: una fábula de Esopo
1. La fábula en sí
El autor de la fábula, nos advierte en ella acerca de varias conductas peligrosas para el Hombre y que, sin embargo, ese acomete con frecuencia. Dice así (1):
“Un perro con un pedazo de carne en la boca pasaba por un puente, y viendo su sombra en el agua cristalina, imaginó que era otro perro con otro pedazo de carne, y movido por la codicia á quitarsela, abrió la boca y cayó al agua el pedazo que llevaba, perdiendo así lo que poseía por la codicia de obtener lo que pertenecia á otro.
Así sucede frecuentemente con aquellos que queriendo robar á otro pierden lo suyo.”
2. La decisión equivocada: dejar lo propio, desear lo ajeno.
La primera de esas advertencias es la pérdida de la realidad, que sucede las veces en las que la percepción realista de los hechos del entorno que nos solicitan, la sustituimos por imaginaciones con las que vestimos los hechos percibidos.
Véase cómo, el perro, al verse reflejado en el agua, se imagina que lo que ve en ella es la imagen de otro y no la suya misma. El hombre perro, el hombre perdedor, interpreta los hechos percibidos de manera no próxima sino alejada de la realidad.
La segunda es que, ante el hecho percibido e interpretado erróneamente, el perro tiene una reacción errada frente a lo que él considera real: hay otro perro con un hueso más grande, mirándolo cada vez más inquieto. Y toma, respecto a esa realidad percibida una decisión equivocada, moralmente mala y finalmente ruinosa: tratar de hacerse con el hueso del otro. Lo que le hace perder el suyo.
El fabulista nos señala que ansiar lo que es de otros y tratar de adquirirlo con malas artes o con violencia se vuelve contra nosotros.
3. La pérdida de la realidad.
Nótese bien que, el perro que mira a su reflejo, en vez de actuar movido por su codicia y saltar al agua para quitarle al otro, el hueso que veía más grande, podría haber reparado… que también se veía más grande el otro perro y que pelear con alguien más grande no suele ser una gran decisión.
Por eso podría haber tomado otra acción, tal como seguir su camino. En este caso, la percepción del perro ante su reflejo hubiese sido la misma –incorrecta- pero su decisión ante el hecho así percibido, no.
Quizás la Prudencia, ante el miedo de un perro más grande con el que pelear; quizás la Honradez, el hueso grande era de otro; quizás su falta de Necesidad: él ya tenía uno y eso podría ser suficiente; o quizás, todo ello junto, hubiese hecho que ese perro no hubiese pasado a la historia de la Moral, continuando su camino… Pero tampoco la enseñanza moral que desprende su encuentro, lo hubiese hecho.
4. Otras versiones.
Véase a continuación, entre las múltiples versiones existentes de la misma, una interpretación moderna de la fábula (2)
«El perro y su reflejo en el río
Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.
Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.”
Y aquí, en el enlace que le proporciono más abajo, (3) encontrará un amable video que tiene la misma moraleja que la segunda versión que le he mostrado.
Las referencias a la fábula y a las distintas versiones de la misma podrían hacer esta postal muy larga. Así que le voy a dejar finalmente, con otro enlace con un comentario moderno a la misma. Allí encontrará además de otra versión, unos comentarios muy sensatos, sobre esta fábula. (4)
5. En nuestra agencia inmobiliaria.
Esta observación de Esopo es también hoy en día muy corriente.
Dejar lo seguro por algo inseguro, puede llevarnos a perder lo que teníamos ya afianzado. Y no le digo con esto que no se arriesgue, sino que lo haga valorando bien sus cimientos. La acción prudente debe guiar todos sus pasos. Tome riesgos solo cuando quiera, pueda… y deba.
Anote además, cómo la búsqueda a cualquier precio y con cualesquiera medios de algo que finalmente no obtenemos –incluso en los casos de que no se trate de algo ilegal- consume nuestros propios recursos, ocupa nuestro tiempo y puede ponernos en situaciones peligrosas.
Observe con precisión los sucesos del entorno que le afectan, valórelos bien, y decida, con la mayor sabiduría que sea capaz de concentrar en la situación a la que se enfrente, cuál va a ser su respuesta. De ello dependerá su futuro. Al perro de Esopo le hubiese ido mejor seguir caminando por el puente sin asomarse a ver qué pasaba por el río.
Despedida:
¡Siga con salud!
Miguel Villarroya Martín, jueves, 4 de abril de 2024/ Madrid. España / ventasgrandes.com / Fab.008
Notas:
(1) Leído en: El Instructor: Ó repertorio de historia, bellas letras y artes, Volumen 3. Número 28. Abril de 1836. Pág. 108, del cual se transcribe el texto entrecomillado, con la grafía que allí se encuentra, en un libro escaneado por Google /Books. El Instructor era un periódico en español publicado en Londres por la Casa de Ackerman y Cía, en la imprenta de Carlos WOOD, Poppins Court, Fleet Street, durante los años 30 del siglo XIX.
(2) Tomado de: https://edyd.com/Fabulas/Esopo/E84PerroReflejo.htm
(3) Puede verlo en: https://www.youtube.com/watch?v=BCH82QocxeY ;el trabajo es debido a la empresa https://www.fabulas.anima-infografica.com
(4) Lo encontrará en: https://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=16778 , con un antetítulo de sección muy agudo: Esopo habla al hombre del siglo XXI. El trabajo viene firmado por José Vaquero.
(5) El grabado utilizado como imagen ha sido tomada de la wikipedia y es obra, según leemos en esa fuente, de Wenceslao Hollar (1607-1677).