«La queja siempre trae descrédito. Más sirve de ejemplar de atrevimiento a la pasión que de consuelo a la compasión. Abre el paso a quien la oye para lo mismo, y es la noticia del agravio del primero disculpa del segundo. Dan pie algunos con sus quejas de las ofensiones pasadas a las venideras, y pretendiendo remedio o consuelo, solicitan la complacencia, y aun el desprecio. Mejor política es celebrar obligaciones de unos para que sean empeños de otros, y el repetir favores de los ausentes es solicitar los de los presentes, es vender crédito de unos a otros. Y el varón atento nunca publique ni desaires ni defectos, sí estimaciones, que sirven para tener amigos y de contener enemigos.» (1)
En este aforismo, Gracián, nos advierte del peligro en el que caemos con mucha frecuencia: quejarnos de una situación de la que hemos salido dañados.
Y nos apunta las consecuencias de tal conducta:
- Nos traerá descrédito: pues de la situación crítica hemos salido como perdedores.
- Sirve de estímulo para que otros conociendo nuestros puntos débiles insistan -ahora ellos- en la senda de nuestro dolor. «Abre el paso a quien la oye para lo mismo.» Cuando nos quejamos mostramos las heridas a las que somos propensos, nuestros enemigos pueden apuntar hacia ellas. Y además puede servir de excusa para otros, pues mal de muchos…
- Esa conducta quejumbrosa nuestra no alcanza su objetivo de obtener consuelo o comprensión hacia nuestra postura, sino los contrarios: satisfacción del oyente por nuestro daño o menosprecio del mismo ante nuestra torpeza, añadiendo a las ofensiones pasadas, estas nuevas.(2)
Pero también Gracián nos muestra otras mejores conductas para sustituir la tendencia a quejarnos. Y así, nos dice que:
Mejor política es manifestar (comunicar, exponer, extender) aquello que hemos hecho y que ha conducido a otros a felicitarnos por ello y a estarnos agradecidos: «el repetir favores de los ausentes es solicitar los de los presentes», pues alguien que recibe reconocimiento y alegrías de otros sin duda es alguien del que vale la pena rodearse. Es también alguien que sirve de ejemplo a otros. Por eso, el varón atento (el Hombre Prudente), si quiere tener amigos y contener a posibles enemigos deberá dejar de quejarse -manifestar al público su queja- y pasar a expresar siempre hechos estimables de los que él ha sido favorecido o ha terminado con éxito.(3)
Siga con salud y medite en el aforismo de Gracián, …quejarse le perjudica.
Miguel Villarroya Martín, a 24 de febrero de 2016 / Madrid/ España/ FrS.009 / ventasgrandes.com
Notas:
(1) El texto original del aforismo presentado, el 138 de Baltasar Gracián: Arte de dejar estar, ha sido extraído de la Primera edición del Oráculo Manual y Arte de la Prudencia, de Baltasar Gracián, publicado en Huesca, Aragón, en 1647. Véase por ejemplo: https://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/02584930900269417429079/index.htm
(2) Muchos siglos después H.N. Casson advertía, con un cierto sarcasmo, que: «Cuanto sienta usted la tentación de hablar a alguien de sus desgracias, ¡no lo haga! A la mitad de los que se lo cuente, le tendrá sin cuidado su percance. Y la otra mitad se alegrará de que alguien por fin, le haya dado a usted su merecido.»
(3 Más sirve de ejemplar de atrevimiento a la pasión que de consuelo a la compasión es hoy una frase oscura. El juego pasión/ compasión parece decirnos que el quejarnos de una desgracia que nos ha ocurrido buscando en otros compasión o consuelo, no solo no lo conseguimos sino que despierta en ellos, en nuestros oyentes, contra nosotros, pasiones ―acciones, consecuencias― que incrementaran el daño recibido inicialmente.