La advertencia de CRATES es una historia muy antigua pero tan aplicable hoy como en cualquier época pasada.
El hombre lucha y se afana por conseguir determinadas metas en su vida y para ello tiene que, entre otras cosas, ocupar gran parte de su tiempo en conseguirlas. Y en su búsqueda, tiene que establecer prioridades, porque, generalmente, no puede con todo lo que pretende.
Aquellos que dedican todo o gran parte de su tiempo yendo tras sus objetivos, los logran en ocasiones y cuando eso ocurre, a veces, se dan cuenta al final del camino, que han descuidado otras cosas. Crates (1) en una admonición clásica nos alerta sobre la locura que resulta ser el afanarse por obtener las riquezas que deseamos mientras que, a la vez, descuidando nuestra familia y la educación de nuestros hijos. Pero Crates señala agudamente que, al fin y al cabo, esos serán los que heredarán los resultados de nuestros afanes.
Más nos valiera ayudarles a ser lo mejor que pudiesen ser, aunque ello llevase consigo un menor éxito social y económico. Tendríamos menos cosas para legar… pero mejores hijos, porque parte de nuestro tiempo lo habríamos dedicado a enseñarles a ser mejores.
Recuerdo ahora una broma de un amigo quién a este respecto me decía lo siguiente: ―«“Desengáñate, Miguel, todo lo que tienes, todo lo que tanto esfuerzo te ha costado reunir durante tanto tiempo, algún día será de otro… que a lo peor ni te quiere.» Se refería a los nietos que no conoceré o a los yernos y nueras que algún día aparecerán… Aunque quizás me estaba hablando de su historia personal, yo dudé entonces de su argumento.
No sé, pero la reflexión de Crates que más abajo le doy en la versión encontrada (2), es un agudo motivo de reflexión acerca del valor de las cosas que hacemos y cómo podemos, al priorizar nuestros trabajos y metas, equivocarnos en la importancia y valor de las cosas que pretendemos.
Quizás Crates llevó esto a su extremo, pero su sentencia inmortal es un buen motivo de reflexión para el hombre actual. Graduemos las cosas que pretendemos obtener, más por su valor moral que por su valor económico, recordando que sólo tenemos aquí, en esta Tierra, un breve tiempo para ser mejores.
¡Siga con salud y priorice bien sus metas en la vida!
Miguel Villarroya Martín, a 7 de marzo de 2016 / Madrid / España / LdF.010
Notas:
(1) Me refiero a Crates de Tebas (368 – 288 a. C.), quién fue un filósofo griego discípulo de Diógenes de Sinope y seguidor, como él, de la escuela cínica. Léase en la Wikipedia: “Como cuenta Diógenes Laercio, Crates donó a la ciudad una grandiosa fortuna y adoptó, junto a su esposa Hiparquía, la vida de mendigo que era característica de los cínicos. El alumno más famoso de Crates fue Zenón de Citio, fundador del estoicismo. Crates fue el discípulo más notable de Diógenes de Sinope. Y, por haber sido también maestro de Zenón de Citio, se lo considera el nexo entre la escuela cínica y el estoicismo, corriente filosófica iniciada por este último.”
Sobre Crates, puede leerse también:
- https://www.e-torredebabel.com/Biblioteca/Fenelon/vida-crates-fenelon.htm
- https://www.e-torredebabel.com/Biblioteca/Diogenes-Laercio/Vida-Filosofos-Ilustres-Crates-Cinico.htm
- (2) He tomado la frase de Crates del texto: Almanaque de la filosofía editado en la Imprenta de Gimeno. Valencia, 1830, bajo esta arcaica y bella forma: (Pág. 23) ¡O hombres! ¡á donde os precipitais afanados por acumular riquezas, al mismo tiempo que descuidais la educación de vuestros hijos á quienes debeis dejárselas! Libro escaneado por Google books.