M… parecía tener puños de hierro. Era uno de mis conocidos del gimnasio, con el que yo no tenía una amistad especial. Pero el caso es que había progresado mucho en el conocimiento del Taekwondo, y al cabo de un tiempo era capaz de romper cosas tales como ladrillos o maderas, a puñetazos.
Siempre me sorprendía el que él, con una mano y una estructura física muy parecida a la mía, pudiese hacer esas cosas a las que yo, ni me atrevía. Y sí, realmente había pocas diferencias físicas entre nosotros. Entonces, ¿Cómo se explicaban su rotunda suficiencia en ese arte marcial y mi incapacidad y miedo?
Tardé poco en darme cuenta.
La diferencia estaba en la voluntad y en la enorme cantidad de horas que M… había gastado en intentarlo. Parecía como si la experiencia repetida le fuese dando poco a poco el convencimiento de que sería la madera y no su mano la que se rompería, cuando se encontrasen. Día a día, esfuerzo tras esfuerzo, golpe a golpe, iba borrando su percepción de que no podía hacerlo y tomando conciencia de que si otros hombres podían hacerlo, cualquier otro también podría.
Igual pasa en el mundo de los negocios; no sé cuál es el Coeficiente de Inteligencia (C. I.) de Bill Gates de Microsoft, o de Amancio Ortega de Zara, o de personas similares (1), pero apuesto que como ellos, millones de hombres tienen uno parecido… y sin embargo, sus empresas puede que se parezcan poco a las de esas dos personas.
No parecen ser los factores intelectuales ―cuando estos ya se dan en una cierta medida― lo que diferencia a los grandes creadores de empresas, artistas, científicos o escritores que alcanzan un éxito extraordinario, de los hombres corrientes, sino la capacidad de acopiar esfuerzo sin límites ―suyo y de otros colaboradores―; de su enorme persistencia en la consecución de sus objetivos; de su capacidad de aguante cuando las cosas van mal; de su firmeza frente a las burlas o ataques de sus competidores; de su resistencia al desaliento; de su perseverancia sin límites, etc., … hasta que logran las cosas que desean.
Siempre que veo al Sr. Gates o al Sr. Ortega, recuerdo a M…., en el gimnasio de Palma de Mallorca, dando puñetazos, uno tras otro, día tras día, al enorme saco. Y su cara… el día que rompió la primera tabla.
¡Persista con salud!
Miguel Villarroya Martín, a 6 de mayo de 2016 / Madrid. España/ LdF.014 / ventasgrandes.com
Notas:
(1) En la actualidad, la persona más inteligente del mundo ―o al menos la de mayor Coeficiente Intelectual (C.I.)― ejerce de escritora, conferenciante y columnista de éxito, aunque parece que su capacidad para los negocios no se corresponde con su posición en la escala del C.I. Esto parece ser muy frecuente, los mayores creadores de negocios de éxito tienen una buena capacidad mental pero no una gran capacidad mental; parece como si la Fortuna exigiese otro perfil para conceder sus favores a los hombres. Lo que sí disponen en cambio, en grandes cantidades, los emprendedores de éxito, es una enorme capacidad de trabajo y liderazgo.
Definitivamente, a la Fortuna le gusta más el sudor del trabajo intenso y los audaces, que el exquisito perfume y la piel suave.
(2) La estupenda imagen utilizada es del fotógrafo americano Matt Skogen. Y estaba bajo la etiqueta de Dominio Público en Pixabay. A ambos agradecemos su cortesía por el libre uso de la imagen.