¿Quién es Pepe González?
Abro un cajón y me encuentro con una tarjeta desconocida. La leo y me digo a mí mismo que no sé quién es ese Pepe González que vive en el sitio xxxx de la ciudad yxxxx, cuyos clarísimos datos de comunicación son zzzzzzz. Tengo además su número de fax y móvil. También leo en la tarjeta, la empresa en la que trabaja Pepe González.
Pero no recuerdo quién es Pepe González en absoluto. Se me viene a la memoria otro Pepe González, dibujante durante un tiempo de una conocidísima heroína del Comic de Terror, pero es que yo, a ese señor, seguro que no lo conozco personalmente y esto, lo recuerdo bien.
No logró recordar tampoco cómo llegó esa tarjeta a mi mano, quién me la dio o porqué está en ese cajón.
Me enfado por mi falta de memoria y me critico por no haber anotado en ella algo que ahora me hiciese recordar quién es ese Pepe González.
Recuerdo también la cantidad de veces que me ha pasado esto anteriormente y me sigo enfadando por mi desidia, por no haber resuelto mucho antes este asunto. Me enfado más recordando las tantas veces que me he prometido hacer una estupenda base de datos de relaciones que resuelva el problema de mis tarjetas, siempre desperdigadas en múltiples sitios. Y que tampoco nunca he llegado a terminar.
¿Y ahora?… ¿Voy a llamar a ese número de teléfono para preguntar a Pepe González de qué me conoce o porqué yo tengo su tarjeta?… Recuerdo que una vez lo hice y… ¡bien, decido esta vez, tirar la tarjeta a la papelera! Tras ello me quedo con un humor de perros.
El caso de la tarjeta desconocida (muda, inerte, inane)
¿Le ha pasado a usted alguna vez algo parecido? Me refiero a lo de encontrar entre sus papeles una tarjeta de alguien que no logra recordar? Tarjetas que a pesar de su claridad y abundancia de datos nada le sugieren. Y no por la culpa de la tarjeta, claro. Y si es así, ¿no le parece que ya es hora de que arreglemos este desastre acudiendo a un sistema automatizado?
Usted y los Pepe González que podamos «desconocer», se merecen mejores rutinas de relación.
¡Siga con Salud!
Miguel Villarroya Martín / Madrid/ España/ 28 de Julio de 2016, / LdF.023/ ventasgrandes.com
Notas:
(1): Esta reflexión fue publicada hace unos años, en el número 14 ―Octubre de 2007―, de mi revista Más y Mejores Ventas Inmobiliaria.
(Me estremece pensar que la reproduzca aquí casi sin variación alguna. No puedo echarle la culpa a nadie, pero… ¿por qué los CRM actuales son todavía más complicados que cuando hace años escribí este suceso, que no era sino muestra de un rechazo a una herramienta deseada pero insatisfactoria, debido a la complejidad y exceso de los programas informáticos que consulté en su día para meter orden en mis lista de tarjetas. ¿Para cuándo un CRM que haga menos cosas que las que hacía hace diez años… pero que las haga de forma más simple?)