El Oso de H. N. Casson O POR QUÉ INVERNAR ES BUENO PARA UN OSO Y MORTAL PARA UN HOMBRE, es un artículo que hace unos años, al inicio de la Crisis de 2007, escribí. Y ahora, que volvemos a estar preocupados por el invierno que parece estar frente a nosotros, me ha parecido oportuno refrescar ese escrito. Con ligeras variantes decía yo esto
Hace muchos años el maestro Casson escribió en su The Efficiency Magazine una de sus extraordinarias columnas. Se titulaba Negocios Invernados y comenzaba así: ― «Creo no equivocarme al decir que el oso polar posee una cómoda costumbre, pues al llegar el invierno, se harta de comida, excava un agujero en la nieve y se duerme unos cuantos meses. Permítame usted que le diga que tal cosa es muy sensata si la hace un oso blanco, pero resulta, mortal para los empresarios que hacen lo mismo.» (1)
(1) The Efficiency Magazine. Una extraordinaria revista, que tuvo mucho éxito a principios del siglo pasado, en los países sajones. También tuvo, durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, edición española, bajo el título de Eficiencia. Al éxito por la superación.
La observación de Casson se dirigía hacia aquellos comerciantes que cuando llegaba el invierno disminuían la actividad, por causas estacionales. Esos aceptaban el hecho del descenso de ventas en ese periodo y nada hacían sino acompañar la situación. Seguía diciendo que no había que particularizar el país dónde esto podría estar ocurriendo ya que esta situación podría darse en cualquiera.
Nosotros añadimos, que tampoco hay que reseñar especialmente, el tiempo en el que esto ocurra, ya sea hace cien años o ahora mismo. Importa señalar, que la tendencia a invernar a la espera de que llegue el buen tiempo, consumiendo las reservas que hemos acumulado en mejores fechas anteriores, es universal. Y que no importa el área geográfica del planeta ni la estación en la que ocurra. E incluso repetir que, en el mismo lugar y época puede haber negocios de muy diferente ciclo de más/ menos trabajo, en la misma situación de mercado.
El resto de la breve columna de Casson, explotaba la comparación establecida entre el oso y el hombre, concluyendo que esa conducta era inadmisible para los empresarios y recomendaba la actividad intensa para salir de esa situación temporal.
¿El Oso de H. N. Casson, en la inmobiliaria española?
La antigua columna de referencia es hoy actualísima, en España, en el Sector de la Intermediación, porque encontramos a muchos de nuestros empresarios adoptando esa conducta del oso.
Y aunque está claro que Casson no se refería a las crisis que periódicamente sacude a nuestro sector inmobiliario español, sino a la ralentización de los negocios que los comerciantes ingleses sufrían en su época, al llegar el durísimo invierno británico, su recomendación de no bajar la guardia ―e incrementar incluso la actividad en ese periodo―, puede ser extendida fácilmente a este momento de la intermediación inmobiliaria en España.
Es cierto que en nuestro subsector, país y tiempo la Crisis de 2007/8 golpeó nuestras inmobiliarias con crudeza siberiana (2), pero salimos de ella y hasta hace algunos meses parecía que nos habíamos─ los supervivientes de aquella─, recuperado.
(2) Recuerde el espanto: al final teórico de la Crisis, el 80% de las agencias que existían en el Sector de la intermediación en España, en 2007, desaparecieron congelados en la Crisis.
Ahora, hay datos en el Mercado para sentirse desorientados. Las cosas, hoy, ahora, no marchan mejor que hace un año y algunos ya hablan de aterrizaje suave de la economía. Otra vez sí, con la misma enloquecida canción. (3)
(3) Véase el artículo publicado, hoy mismo en el Economista, bajo el título de: El BCE avisa de que la caída del inmobiliario y las insolvencias amenazan el aterrizaje suave de la economía. Vea uno de sus párrafos: «En una entrevista publicada este lunes por el Financial Times (FT), Buch lanza sus advertencias sin tapujos: las expectativas de los mercados y economistas que apuntan a un aterrizaje suave de la zona euro no descuentan plenamente los riesgos geopolíticos y estructurales que se avecinan y sus efectos en las economías y los bancos, por lo que es necesario asegurarse de que el sistema sea lo suficientemente resistente.»
Si se acepta que se pretende asegurar la pista para que el aterrizaje sea «suave», esto quiere decir que el avión de la Economía se ha visto obligado a intentar aterrizar. Y también, que se desea un «landing» suavecito y que para ello, hay que preparar la pista y sus equipos de asistencia de seguridad.
Otros creen que las cosas siguen sin estar claras. Lo normal en épocas de crisis recurrentes. Pues bien, sería oportuno, en todos los casos, escuchar la advertencia del maestro Casson acerca del peligro de actuar como osos en este invierno que parece acercarse.
Y si bien ellos, por su naturaleza, cuando viene el invierno dejan de actuar, se encierran, se aíslan del mundo exterior, se amodorran y no hacen nada más que consumir la grasa acumulada en el periodo anterior, hasta que el tiempo mejora y despiertan, nosotros no debemos imitar su conducta, pues no está en nuestra naturaleza el invernar, sino el luchar contra el frío del invierno.
Ni tampoco está en nuestra naturaleza el escondernos en cuevas aisladas del exterior cuando llega el mal tiempo. Repárese, en que, hasta cuando el extremado frío de las glaciaciones nos obligó a refugiarnos en ellas, aprovechamos nuestra estancia en las mismas para alumbrar las primeras manifestaciones de arte y creencias religiosas. Y sobrevivimos.
No está pues en nuestra naturaleza, el ahorrar para gastar luego cuando no podemos ya hacer lo primero, sino el luchar por los ingresos, la reducción de costes y las inversiones razonables, en cualquier época.
¿Invernar cuando ya empieza el buen tiempo?
No estamos hechos para echarnos a dormir todo el día, todos los días, hasta que el buen tiempo venza completamente al malo, sino que, dormimos algo todos los días, para en todas las jornadas poder gozar y padecer el complejo mundo que nos rodea.
Por eso no se halla en nuestra condición, el tratar de obviar el cambio exterior sino el atenderlo y reaccionar adecuadamente a las solicitaciones siempre cambiantes del entorno.
Tampoco es posible, con nuestra naturaleza, el esperar despierto hasta ver si pasa algo o hasta ver cuándo y cómo cambiará la marea, sino que, en nuestra naturaleza está, navegar en cualquier mar, crisis, situación o en cualquier circunstancia.
No se encuentra en una sana personalidad el miedo a fracasar sino el entender el éxito y el fracaso como circunstancias habituales que suelen acompañar y darse en una larga vida como ahora disfrutamos. Hay que considerar al éxito y al fracaso como maestros solícitos acerca de lo que funciona o no funciona en nuestra vida. Ambos son ayudantes de dirección de nuestra existencia, si les damos oportunidad para que adopten ese papel de instructor.
Además, le recuerdo que no está en su destino el quedar paralizado por el miedo ante las circunstancias adversas, sino el luchar contra ellas. Acción contra la crisis, acción contra la inmovilidad, acción contra el miedo… esa es una receta para un hombre (o una mujer) y no para un oso, perezoso o no.
Un hombre no es un oso.
Finalmente, le hago notar que debido al diseño que Dios, la Naturaleza o ambos, han seguido para el hombre, lo que favorece al oso, no se contempló en las reglas de diseño del hombre. Peor aún, porque, al contrario, ni siquiera disponemos de las ventajas biológicas que ayudan al oso a pasar los tiempos duros de una forma ya predeterminada. Véase cómo:
- El empresario que se duerme no se despierta automáticamente cuando mejora el clima, sino que puede no despertarse nunca más.
- El empresario, no tiene asegurada la reserva de grasa que le permite seguir vivo durante el invierno al oso; en su caso, quizás no sea suficiente el ahorro logrado en la época buena, al contrario de lo que le ocurre al animal.
- El oso puede aislarse del feroz entorno y durante su invernada apenas le afecta el entorno, al estar refugiado en una osera aislada; sin embargo, el empresario sigue notando el feroz invierno todos los días, día tras día.
- El empresario puede seguir actuando mientras hiela y el oso no.
- El oso obedece a su instinto y el hombre, casi nunca.
- El oso no puede cambiar las cosas y el hombre sí.
Yo no creo que la vida de un oso polar sea maravillosa y prefiero la mía, aunque esta lleve aparejada la aparición crónica de dificultades.
Por otra parte, si Dios o la Naturaleza hubiesen querido que los hombres se comportasen como osos, habría impreso en nuestros genes aquellas y otras ventajas y costumbres del animal… e invernaríamos como ellos. Pero no es así, como es evidente. Así que, frente a las adversidades, no haga el oso y actúe bajo cualquier circunstancia, acomodándose, eso sí, a las solicitaciones que concurran en cada caso.
Despedida.
Y si esto le parece un «suave» despertador, le sugiero que examine nuestros consejos sobre la permanente utilización en su agencia de un Plan de Gestión contra la Crisis, que encontrará en esta publicación, esté o no esté, en Crisis.
¡Siga con Salud, defendiéndose del frío siberiano con acciones eficaces!
Miguel Villarroya Martín
Nota:
La imagen utilizada es de Desiree (IMAGE-WS) de Brandenburgander Havel, una talentosa diseñadora alemana. Se ha tomado de Pixabay donde figura como de uso gratuito bajo la Licencia de contenido de Pixabay. ¡Gracias a todos por facilitar el uso de la imagen!