1. La Hipótesis del cazador: Los tiempos de impregnación.
En esta obra, publicada por primera vez a principios de los años 70, el autor sugería una serie de ideas acerca de la empresa derivadas de un campo lejano al de la habitual reflexión empresarial, tal como es la Biología Evolucionista. Su tesis principal es que la conducta de los hombres de empresa se ve motivada por causas hincadas en las áreas más viejas de nuestro cerebro. Precisamente de aquellas que despertaron cuando pasamos de ser recolectores y carroñeros… a cazadores. (Y quizás al revés, que despertaron porque nos hicimos cazadores.) Serian los largos milenios de actividad cazadora los que hubiesen dejado indeleblemente en nuestra conducta genética, los rastros de nuestra actividad depredadora.
En su opinión las olas civilizadoras que han bañado a la humanidad están muy próximas en el tiempo como para que puedan haber dejado una huella comparable a la de la actividad cazadora.:
«.. la primitiva historia del hombre era una historia de agricultura, pues hace tan sólo diez mil años que aprendimos a sembrar, domesticar vacas, cerdos y ovejas, así como a edificarnos un sistema de vida más cómodo y menos azaroso. Sólo hay que pensar en eso para darse cuenta que diez mil años de agricultura en forma alguna pueden disipar una herencia genética formada y trasmitida durante un plazo que oscila entre cinco y quince millones de años (1) de cacería… Los empleados y directores de la empresa moderna, en sus extensas factorías y elevados bloques de oficinas, han sido formados en lo que son, no por las trescientas generaciones de campesinos dedicados a la agricultura, sino por el medio millón de generaciones en la partida de caza.» (2). No parece tampoco que los trescientos años de industrialización, ni los 50 trascurridos desde el inicio de la revolución informática, tengan la fuerza suficiente para habernos borrado los instintos básicos de cazador.
Conclusión:
Los dos millones de años de cazador, los diez mil de agricultor, los trescientos de industrial y los 50 de digitalización, son tan distintos que, por fuerza, la actividad principal de cada periodo ha debido dejar una huella diferente en el hombre. La hipótesis de JAY, A. es que los instintos primitivos de cazador siguen vigentes tanto ahora como hace dos millones de años. Somos como somos porque fuimos y seguimos siendo cazadores. La formación de esos instintos tuvo un marco de creación, que el autor denomina la partida de caza, cuyo concepto vamos a resumir en el punto siguiente.
2. La partida de caza primitiva.
Para JAY, A. la partida de caza (3) se corresponde con un grupo de entre tres a quince miembros, que desde hace al menos 2.000.000 años empezaron a componer pequeñas partidas de hombres (4) para acometer la caza de presas esquivas, en situaciones desfavorables y en un ambiente de necesidad. A partir de ese momento empezamos, como especie, a variar nuestros hábitos, y de ser casi exclusivamente recolectores y carroñeros, pasamos a perseguir presas animales esquivas y peligrosas.
Empezamos a padecer y a gozar por ello y a partir de entonces tuvimos que actuar de forma muy distinta a la anterior. El alimento, la supervivencia, el poder comer, ya no se encontraba por azar, como hasta entonces, en la recolección de plantas, raíces, gusanos, frutos, carroña, etc. En ese momento, el objeto de nuestros deseos – la carne, la sangre, las vísceras, de los animales vivos – ya no caía en nuestras manos fortuitamente y sin peligro.
Ahora, por el contrario, las presas que siempre habíamos deseado y que eran demasiado peligrosas para que pudiera ser cazadas por un hombre sólo… no lo eran para un grupo organizado y numeroso. «…la razón por la cual nos desarrollamos con mucho más éxito que nuestros primos primates radica en que no somos una especie solitaria.» (5)(6)
Por eso, debimos salir en grupo (la partida de caza primitiva), sufrir peligros y sinsabores junto a otros miembros del grupo, seguir y acechar a las presas, atacarlos en manada, defendernos de sus ataques, fracasar las más de las veces y volver al campamento, en este último caso, hambrientos, cansados, y, en ocasiones, en un número menor del que éramos cuando salimos a cazar si la presa perseguida era peligrosa. Y como esa última consecuencia no era deseable tuvimos que inventar técnicas de caza muy variadas.
Actualmente, la partida de caza se piensa que también era mixta en sus objetivos. Claro que se salía a cazar con blancos precisos predeterminados, pero no se desdeñaba nada si lo encontrado durante su búsqueda aparecían imprevistos vitales (otros animales, bayas, raíces, fuentes de agua, etc.). De manera que una forma más precisa para denominarla sería hablar de ella como, la partida de caza, recolección y exploración, un pequeño grupo de hombres y mujeres válidos para la esas tareas.
Nótese como ese cambio de definición de la partida de caza en nada cambia el hecho de que los dos millones de años de impregnación en las técnicas de caza, nos haya dejado implementados en nuestro cerebro muchos de los hábitos que nos permitieron sobrevivir en las condiciones tan duras por las que hemos pasado desde entonces.
3. La permanencia de los hábitos de caza en la actualidad.
Hace más o menos cien mil años apareció nuestra especie sapiens, entre otras del género homo. Hoy solo quedamos nosotros. Nuestro presente es inmensamente más favorable y el camino recorrido por la humanidad ha sido espectacular, pero… ¿han desaparecido los hábitos de caza que como especie desarrollamos a lo largo de los últimos dos millones de años. (Recuérdese que tan sólo somos agricultores desde hace 10.000 años, industriales desde sólo 300 años y que apenas si hemos iniciado la era postindustrial).
La respuesta tiene que ser negativa, aquellos hábitos de caza permanecen dentro de nosotros, sólo que la mayor parte del tiempo y para la mayoría de personas, aquella super especialización en la caza no es necesaria. Se trata de un conjunto de conductas lejanas a nivel de especie que están sojuzgadas por las normas sociales civilizadas actuales. No aparecen, sencillamente, porque no las necesitamos habitualmente. Y porque el sistema educativo nos ha impuesto estrictas normas generales de conducta donde la conducta agresiva, depredadora, ha quedado muy encerrada.
Alguna excepción notable a esa conducta general, la constituye precisamente la de captación inmobiliaria donde, entre otras similitudes como se indicarán en breve, también utilizamos el modelo colectivo de ayuda mutua, que se utilizaba en la partida de caza primitiva «…la partida de caza… es el fundamento de toda empresa, la base que sostiene todo el edificio empresarial…» (7) «... pero esto pone de manifiesto que una de las tareas primarias de la empresa es contar con el mayor número posible de grupos eficaces que tiren todos en la misma dirección, que cacen todos en beneficio de la empresa.»(8)
A pesar de la fecha de su publicación, las ideas de JAY continúan vivas. ( Véase por ejemplo las citas de Tom Peters a la obra del primer autor , y la vigencia de sus “equipos de proyecto” como modelo de organización de las empresas actuales ) JAY sigue advirtiéndonos que «… esta es pues la premisa básica sobre la que el libro descansa : que la tendencia a formar grupos de “partida de caza” de unos diez individuos , casi siempre machos , es una parte de nuestra naturaleza ; que estos grupos han sido el instrumento de nuestra supervivencia durante quince millones de años , y que la empresa moderna , o todo gran organismo moderno depende todavía de ésos grupos para su supervivencia . Y lo llamo una premisa porque no puedo probarlo; pero hay un gran número de pruebas que sugieren que es así.» (9)
Sin embargo, lo incómodo ─para muchos ─ de su naturalismo evolucionista ha hecho que su obra sea poco recordada. No obstante, muchas de sus ideas, con otras vestiduras, fluyen por las líneas de numerosos autores.
4. Nuestra filiación a la Hipótesis de la Caza (recolección y exploración) actual.
Nosotros, que hemos observado la similitud de su vieja partida de caza con el grupo de captación de nuestras empresas inmobiliarias señalamos desde aquí mismo, nuestra filiación a sus ideas sobre el hombre de empresa. (Con los matices que el sector especializado en el que estamos, la agencia inmobiliaria, pueda ofrecer y algunos nuevos descubrimientos antropológicos sobre los primeros de los nuestros, que la modifican en algunos aspectos.)
Seguiremos con ello; la Hipótesis de la Caza, con sus nuevas adiciones y descubrimientos, es fascinante y espero que lo motive a usted para salir ahí fuera, con el mismo antiguo espíritu de los primeros cazadores.
Aunque no olvide que nuestra caza no es de personas; lo que buscamos, el alimento que nos permite sobrevivir, es la información especializada en bienes raíces. Y eso hace que el respeto por las personas que la tienen, deba de ser prioritario. Aunque este aspecto se olvida a veces por algunas tendencias de venta, la Respuesta Europea a la Formación del Comercial Inmobiliario sabe y aplica la idea de que el interés del cliente potencial, el desconocido que tenemos por primera vez delante, es prioritario. Y que nuestro éxito en el encuentro de caza es consecuencia del suyo. (10)
5.Despedida y notas:
Me despido a la romana: ¡Siga con Salud!
Miguel Villarroya Martín. / Arquitecto Técnico. Agente de la Propiedad Inmobiliaria. Escritor. / CAL ESTUDIOS INMOBILIARIOS S. L.
Notas:
(1) Aunque hoy se acepta generalmente que los primeros de los nuestros aparecieron hace unos dos millones de años, hay especies de homínidos mucho más antiguas, de ahí la referencia del autor a 5 ó 15 millones.
(2) El hombre de empresa. JAY, A. Ediciones Destino. Barcelona 1978. Pág. núm. 37.
(3) El capítulo dedicado a este concepto apenas ocupa 12 páginas del texto reseñado, pero son básicas para entender ese concepto. Recomendamos vivamente su lectura y meditación de sus contenidos.
(4) La principal crítica recibida a esta idea es el sexo de sus componentes. La evidencia antropológica actual obliga a reconsiderar que la partida estaba constituida tanto por hombres como mujeres.
(5) Obra citada: Pág. núm. 35
(6) Al hablar de la diferencia «con nuestros primos los primates», el autor citado nos sugiere que esa diferencia comenzó entre cinco y quince millones de años … «Pero entonces fue cuando, en algún punto del Plioceno o del Mioceno, evolucionamos de vegetarianos a carnívoros. Quizás comenzamos capturando o acechando mamíferos pequeños simios, ratones y conejos ─pero según trascurrieron las edades un nuevo aprovisionamiento de carne se hizo accesible─ la carne de los Ungulados: las grandes manadas de animales de pastoreo de cierto tamaño y de los cuales una sala presa podía alimentar una comunidad.»
«Había sin embargo un inconveniente para aquellas variedades demasiado grandes de antílopes, búfalos gigantes y orix… eran demasiado crecidas y demasiado veloces para cualquier hombre, o mono evolucionado, para ser capturadas y matadas por medios propios. Pero no lo eran para un grupo que actuara unido. Éramos ya una especie social: viajábamos juntos de un lado para otro y nos asociábamos para la defensa, aun cuando cada cual recogiese sus frutos y vegetales por sí mismo. En este caso adaptamos el existente sistema de vida cooperativo para un propósito diferente de cualquier otro primate: la caería y la matanza sistemática de la presa.»
(7) Obra citada: El hombre de empresa. JAY, A. Pág. núm. 43
(8) Obra citada: E Pág. núm. 44
(9) Obra citada: Pág. núm. 43
(10) Esto es opuesto y sorprendente para el símil del cazador primitivo, que solo triunfaba si la presa moría.
(11) La imagen destacada de esta postal es del creador eslovaco MYSHOUN, y se halla en el banco de imágenes PIXABAY, como imagen de uso gratuito bajo su Licencia de contenido. Véase en: https://pixabay.com/es/illustrations/ai-generado-cazadores-grupo-8627006/ A ambos agradecemos el permiso de uso de la misma, y les manifestamos nuestro respeto por su generosidad y talento.