
1. No inquietarse.
Hay instantes en la vida en los que la adversidad parece cebarse en nosotros, momento en los cuales la amargura parece ser la única bebida de esos días. No sé si alguien ya adulto se puede librar de la aflicción, tristeza, dolor, congoja, angustia, etc. que a veces padecemos, pero es posible que todo eso no tenga siempre una causa real. O que, en ocasiones, sea consecuencia de una serie de temores de fundamento incierto.
Está claro que, ante una desgracia real, por ejemplo, cuando los resultados de nuestras inmobiliarias van decreciendo y mes tras mes parece no tener freno, o cuando hemos sufrido un descalabro económico ante una operación fallida, es razonable que el dolor caiga sobre nosotros y nos impacte con mayor o menor intensidad.
Ante estas cosas solo cabe, tras el sufrimiento padecido, estudiar sus causas y tenerlas en cuenta a partir de la fecha, con el fin de evitar recaer en el futuro, de nuevo, en tan dura situación.
Pero hoy quiero llamarla la atención sobre que, en otras ocasiones, la causa de ese dolor real que padecemos no tiene un fundamento… real, sino imaginario. Si en el primer caso, el padecimiento actual lo era a consecuencia de hechos sucedidos en el pasado, en este segundo, lo es como consecuencia de “hechos” que suponemos nos ocurrirán en el futuro.
Sobre esto “locura” le voy a dejar un formidable alegato en contra. Es antiguo, tiene unos dos mil años, pero se mantiene firme como el primer día que uno de los nuestros lo escribió. Le ayudará a asentar su percepción de lo que le sucede, en hechos ciertos, actuales, y no imaginados, futuros.
Le hará bien leer a este maestro estoico romano. No se lo pierda.
2. El fragmento sanador
Mire este fragmento (1) de la carta 13 de Séneca a su pupilo Lucilio:
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- «[…] Muchas más cosas hay, Lucilio, que nos aterran y agobian. Pero muy a menudo las sufrimos más a causa de lo que sobre ellas imaginamos que por la realidad de las cosas mismas. Te recomiendo que no seas desgraciado antes de tiempo, ya que aquellas cosas que temiste como inminentes, quizás nunca hayan de venir y en realidad, ahora, todavía no te han sucedido. Ciertas cosas nos atormentan más de lo que deben; otras, antes de lo que deben y otras atormentan sin que deban de hacerlo en absoluto. Exageramos el dolor, lo fingimos o lo precipitamos…
- … Cuando te sientas así, pregúntate a ti mismo: ¿Acaso no me atormento sin motivo y me entristezco y mis males son inexistentes? ¿Cuántos acontecimientos llegaron sin haberlos esperado? ¿Cuántos de los muchos esperados, jamás se presentaron? Incluso si ha de llegar una desgracia ¿de qué te sirve salirle al encuentro? Bastante te lamentarás cuando haya llegado; así que mientras tanto, prométete cosas mejores. […]»
Lucio Anneo SÉNECA (Córdoba, Hispania. 4 a. C.- Roma, 65 d. C.),
3. Despedida y Notas:
¡Arriba ese ánimo! Y recuerde que, tras cada anochecer amanece un nuevo día.
Me despido como Séneca lo hacía en sus cartas: ¡Sigue con Salud!
Miguel Villarroya Martín / Arquitecto Técnico, API y escritor. / info@ventasgrandes.com /
Notas:
(1) Tribulación: (Adversidad que padece una persona. Véase en: https://dle.rae.es/tribulaci%C3%B3n
(2) La carta completa puede leerse en muchos sitios, como, por ejemplo: en: https://es.wikisource.org/wiki/Cartas_a_Lucilio_-_Carta_13
(3) La imagen destacada de esta postal es del Ilustrador eslovaco Michal Renčoy se halla en el banco de imágenes PIXABAY, como imagen de uso gratuito bajo su Licencia de contenido. Véase en: https://pixabay.com/es/photos/estatua-escultura-libro-s%C3%A9neca-8062787/A ambos agradecemos el permiso de uso de la misma, y les manifestamos nuestro respeto por su generosidad y talento.