El Oso de H.N. Casson
O POR QUÉ INVERNAR ES BUENO PARA UN OSO Y MORTAL PARA UN HOMBRE (1), es un artículo que hace unos años, al inicio de la Crisis de 2007, escribí. Y ahora, que estamos en lo que en España es un larguísimo periodo de vacaciones estivales ―julio y agosto de 2016―, me ha parecido oportuno refrescar ese escrito. Con ligeras variantes decía yo esto (2):
Hace muchos años el maestro Casson escribió en su The Efficiency Magazine una de sus extraordinarias columnas. Se titulaba Negocios Invernados y comenzaba así: ―«Creo no equivocarme al decir que el osos polar posee una cómoda costumbre, pues al llegar el invierno, se harta de comida, excava un agujero en la nieve y se duerme unos cuantos meses. Permítame usted que le diga que tal cosa es muy sensata si la hace un oso blanco pero resulta, mortal para los empresarios que hacen lo mismo.» (1)
La observación de Casson se dirigía hacia aquellos comerciantes que cuando llegaba el invierno disminuían la actividad, por causas estacionales. Ésos aceptaban el hecho del descenso de ventas en ese periodo y nada hacían sino acompañar la situación. Seguía diciendo que no había que particularizar el país dónde esto podría estar ocurriendo ya que esta situación podría darse en cualquiera.
Nosotros añadimos que tampoco el tiempo en el que esto ocurra (hace noventa años o ahora mismo) importa, pues la tendencia a invernar a la espera de que llegue el buen tiempo, consumiendo las reservas que hemos acumulado en los buenos tiempos anteriores, es universal. Y según el área geográfica del planeta, tampoco importa la estación. E incluso, en el mismo lugar y época puede haber negocios de muy diferente ciclo de más/ menos trabajo, en la misma estación.
El resto de la breve columna de Casson, explotaba la comparación establecida entre el oso y el hombre, concluyendo que esa conducta era inadmisible para los empresarios y recomendaba la actividad intensa para salir de esa situación temporal.
La columna de referencia es hoy actualísima, en España, en el Sector de la Intermediación y en estos meses no invernales, porque encontramos a muchos de nuestros empresarios adoptando esa conducta del oso.
¿Y en la inmobiliaria española?
Y aunque está claro que Casson no se refería a las crisis que periódicamente sacuden a nuestro sector inmobiliarios españoles, sino a la ralentización de los negocios que los comerciantes ingleses sufrían en su época al llegar el durísimo invierno británico, su recomendación de no bajar la guardia ―e incrementar incluso la actividad en ese periodo―, puede ser extendida fácilmente a este momento de la intermediación inmobiliaria en España.
Es cierto que en nuestro subsector, país y tiempo la Crisis ha golpeado nuestras inmobiliarias con crudeza invernal, pero ahora hay datos en el Mercado para sentirse algo esperanzados. Las cosas, hoy, ahora, marchan algo mejor que hace un año y algunos ya hablan de franca recuperación. Otros no logran despegar y aún algunos no creen que las cosas siguen sin estar claras. Lo normal en épocas de postcrisis. Pues bien, sería oportuno, en todos los casos, escuchar la advertencia del maestro Casson acerca del peligro de que actuemos como osos.
Y si bien ellos por su naturaleza, cuando viene el invierno dejan de actuar, se encierran, se aíslan del mundo exterior, se amodorran y no hacen nada más que consumir la grasa acumulada en el periodo anterior, hasta que el tiempo mejora y despiertan, nosotros no debemos imitar su conducta, pues no está en nuestra naturaleza el invernar, sino el luchar contra el frío del invierno.
Ni tampoco está en nuestra naturaleza el escondernos en cuevas aisladas del exterior cuando llega el mal tiempo. Repárese, en que hasta cuando el extremado frío de las glaciaciones nos obligó a refugiarnos en ellas, aprovechamos nuestra estancia en las mismas para alumbrar las primeras manifestaciones de arte y creencias religiosas.
No está pues en nuestra naturaleza el ahorrar para gastar luego cuando no podemos ya hacer lo primero, sino el luchar por los ingresos, la reducción de costes y las inversiones razonables, en cualquier época.
¿Invernar cuando ya empieza el buen tiempo?
No está en nuestra naturaleza el echarnos a dormir todo el día, todos los días, hasta que el buen tiempo venza completamente al malo, sino que, dormimos algo todos los días, para todas las jornadas poder gozar del maravillosos mundo que nos rodea.
No está en nuestra naturaleza el tratar de obviar el cambio exterior sino el atenderlo y reaccionar adecuadamente a las solicitaciones siempre cambiantes del entorno.
No está en nuestra naturaleza el esperar despierto hasta ver si pasa algo, hasta ver cuándo y cómo cambiará la marea, sino que en nuestra naturaleza está navegar en cualquier mar, en cualquier circunstancia.
No se encuentra en una sana naturaleza el miedo a fracasar sino el entender el éxito y el fracaso como circunstancias habituales que suelen acompañar y darse en una larga vida como ahora disfrutamos. Hay que considerar al éxito y al fracaso como maestros solícitos acerca de lo que funciona o no funciona en nuestra vida. Ambos son ayudantes de dirección de nuestra vida si les damos oportunidad para que adopten ese papel de instructor.
Además, le recuerdo que no está en su naturaleza el quedar paralizado por el miedo ante las circunstancias adversas, sino el luchar contra ellas. Acción contra la crisis, acción contra la inmovilidad, acción contra el miedo… esa es una receta para un hombre (o una mujer) y no para un oso perezoso o no.
Al final
Finalmente le hago notar que debido al diseño que Dios o la Naturaleza han seguido para el hombre, lo que favorece al oso no se contempló en las reglas de diseño del hombre. Peor aún, porque al contrario, ni siquiera disponemos de las ventajas biológicas que ayudan al oso a pasar los tiempos duros de una forma ya predeterminada. Véase cómo:
- El empresario que se duerme no se despierta automáticamente cuando mejora el clima, sino que puede no despertarse nunca más.
- El empresario, no tiene asegurada la reserva de grasa que le permite seguir vivo durante el invierno al oso; en su caso, quizás no sea suficiente el ahorro logrado en la época buena, al contrario de lo que le ocurre al animal.
- El oso puede aislarse del feroz entorno y durante su invernada apenas le afecta el entorno, al estar refugiado en una osera aislada; sin embargo, el empresario sigue notando el feroz invierno todos los días, día tras día.
Sin embargo, yo no creo que la vida de un oso polar sea tan maravillosa y prefiero la mía, aunque ésta lleve aparejada la aparición crónica de dificultades.
Por otra parte, si Dios o la Naturaleza hubiesen querido que los hombres se comportasen como osos, habría impreso en nuestros genes aquéllas y otras ventajas y costumbres del animal… e invernaríamos como ellos. Pero no es así, como es evidente. Así que, frente a las adversidades, no haga el oso y actúe bajo cualquier circunstancia, acomodándose, eso sí, a las solicitaciones que concurran en cada caso.
¡Siga con Salud!
Miguel Villarroya Martín / Madrid/ España/ 2 de agosto 2016. / FrS.020 / ventasgrandes.com
Notas:
(1) The Efficiency Magazine. Una extraordinaria revista, que tuvo mucho éxito a principios del siglo pasado, en los países sajones. También tuvo durante los años cincuenta y sesenta, edición española, bajo el título de Eficiencia. Al éxito por la superación.
(2) El texto original fue publicado hace unos años, en forma más breve, en el número 14 ―Octubre de 2007―, de mi revista Más y Mejores Ventas Inmobiliaria.
(3) La imagen utilizada es de Desiree (IMAGE-WS) de Brandenburg an der Havel. Se ha tomado de Pixabay donde figura como imagen de D.P. ¡Gracias a todos por facilitar el uso de la imagen!