El consejo de Filipo de Macedonia
Repare pausadamente en la sabiduría de gobierno que un rey “bárbaro” (1) le trasmite al hijo que llegaría a ser conocido como el Magno, por la enormidad de sus conquistas.
“Filipo de Macedonia doctrinaba à su hijo Alexandro, persuadiéndole con esta enseñanza: Antes de sucederme por naturaleza, procurad adquiriros con lo dócil del trato, el amor de los vasallos; y así entréis á poseerlos, como dueño de las voluntades, que es la mas firme estabilidad de los cetros.” (2)
El consejo no puede ser más cierto… y más astuto. Hay que buscar siempre que los gobernados se sientan bien con su gobernador porque si no, la corona de ése, correrá peligro. Es el consentimiento libre de los ciudadanos el que sostiene al Poder que reina sobre ellos… incluso en gobiernos poco “amables” con sus ciudadanos. (Al menos mientras llega la guillotina.)
Muchas otras cosas dijo Filipo a su hijo Alejandro pero quizás la mejor de sus obras filiales fuese de la de proveerlo de un preceptor de lujo: Aristóteles. Y aunque hay diferentes posiciones sobre la influencia real del filósofo en el futuro conquistador, la decisión de su padre al poner su educación en las manos del respetado ateniense, fue extraordinaria. (3)(4)
La dirección de nuestras inmobiliarias
Las distintas formas de llevar la dirección de una empresa u organismo son una materia muy tratada en la Administración de empresas, casi siempre bajo la rúbrica de: estilos de dirección o liderazgo.
En la literatura en uso, al sistema autocrático, que en la historia corresponde, entre otras, a las monarquías como la macedónica, se adscribe el liderazgo absoluto del dirigente, quizás con eventuales aportes de sus asesores, y la obediencia completa de sus dirigidos, quienes pueden o no manifestar su resentimiento por la situación de dependencia vertical soportada. Esta opción no goza actualmente con muchas simpatías.
Por el contrario, su opuesto ― pero hay muchos otros estilos directivos― el democrático, goza de todos los parabienes. En este sistema el líder dirige pero la aportación de los liderados es tenida en cuenta Esto lleva generalmente a una mejor respuesta de estos últimos.
Sugiero al lector un repaso por los principales tópicos de dirección, que encontrará fácilmente en la red o en textos sobre dirección de empresas.
Pero lo haga o no, no olvide nunca que hacerse dueño de las voluntades ―de los dirigidos― es la más firme estabilidad de los cetros. ―de las empresas. Filipo dixit.
¡Siga con Salud!
Miguel Villarroya Martín, a 13 de febrero de 2016 / Madrid. España / RdP.008
Notas:
(1) La anécdota se refiere a Filipo II (382-336 a. C.) (que) fue rey de Macedonia desde 355 a. C. hasta su muerte. Fue el padre de Alejandro Magno, y sus hazañas allanaron el camino de la gloria recorrido por su hijo. Es posible que lo fuese también de Ptolomeo I Sóter, fundador de la dinastía ptolemaica. Los macedonios eran considerados bárbaros por los educados atenienses.
(2) He encontrado esta pequeña perla en el texto: Deleyte de la Discreción. Editado “en tamaño cómodo para poderse llevar en la faltriquera”, en la imprenta de Antonio Sastres. Barcelona 1807, bajo la arcaica y bella forma que se encuentra en el libro. Véase las Págs. 86 y 87. Libro escaneado por Google Books.
(3) Véase: FILIPO DE MACEDONIA Y SU HIJO ALEJANDRO del que extraemos esta cita: “La influencia de Aristóteles sobre Alejandro se puede seguir como se sigue la estela de un reactor en el cielo. Aristóteles, el genial creador de la Lógica y de la Metafísica, el hombre que enseñó a razonar a Occidente, dejó su huella en el joven, su impronta genial basada en una profunda amistad que les unió más allá de la simple relación maestro-alumno. Aristóteles, discípulo de Platón quien a su vez fue discípulo de Sócrates (¡casi nada!), enseñó al joven príncipe la virtud del razonamiento basado en la lógica que de tanta ayuda le sirvió en sus posteriores campañas. Alejandro admiraba la increíble inteligencia de Aristóteles y éste admiraba el genio nato del joven príncipe. Gracias a Aristóteles, Alejandro conoció y amó a Homero. Se dice que dormía con la Ilíada junto a su cama y que soñaba con llegar a ser como Aquiles. Pero Aristóteles le enseñó también la virtud de la prudencia, virtud de la que Alejandro hizo gala toda su vida aunque una visión superficial de su obra indique todo lo contrario.”
(4) Hay un interesante relato de ficción: El maestro de Alejandro de Annabel Lyon, publicado por ROCA EDITORIAL DE LIBROS (ISBN: 9788499181813), cuya nota editorial dice lo siguiente: “Felipe de Macedonia le pide a su amigo el filósofo Aristóteles que sea el tutor de su hijo, Alejandro. Aristóteles se resiste dado el carácter rebelde del joven, pero acaba aceptando. Se establece así una interesante relación entre el gran filósofo y el sorprendente, carismático y, a menudo, terrible adolescente. Alejandro, heredero del trono de Macedonia, será obligado a tomar las armas muy pronto convirtiéndose con los años en el legendario Alejandro Magno. Narrado por la extraordinaria voz de Aristóteles, El maestro de Alejandro recrea la Grecia clásica para ofrecernos un magnífico retrato de dos personajes claves de la Historia, el pensador y el conquistador, cuyas vidas siguen teniendo eco en nuestros días. «El maestro de Alejandro es mucho más que una hermosa novela narrada de un modo brillante: es también una profunda exploración de aquellas cuestiones morales y filosóficas que turban al ser humano desde tiempos de Aristóteles.» Rusell Banks.
Una crítica a ese libro y unos interesantes comentarios a la misma, puede encontrarse en HISLIBRIS.
(5) Había alguna opción para elegir otra imagen pero cuando vi la que aquí aporto me gustó enseguida. Pero a la hora de buscar a su autor, quién por el estilo de la ilustración suponía clásico, me encontré con alguna de estas situaciones:
- Multitud de páginas en la que no se indicaba quién era su autor.
- Algunas que afirmaban que era anónimo.
- Otras que presentaban su simétrica.
- Muchas que cortaban alguna parte de la imagen.
- Algunas que la coloreaban
- Otras que incluían alguna leyenda en la imagen o a su pie, ajena a la ilustración
- En casi ninguna se apreciaba bien la firma del autor (abajo, a la derecha).
En fin que no aparecía nada, hasta que en THE NEW YORK PUBLIC LIBRARY DIGITAL COLLECTIONS, encontré al autor. Se llamaba Charles Laplante y murió en 1903). El grabado de madera está fechado en 1885. (Pero su reproducción corta el lateral izquierdo y se pierde una de las iniciales. Así que la hemos transcrito de otra fuente que sí la da completa… aunque sin acreditar.)